INTRODUCCIÓN
La leucemia o leucosis (sangre blanca) es un grupo de enfermedades malignas de la médula ósea que provoca un aumento incontrolado de leucocitos (glóbulos blancos) clonales en la médula ósea, que suelen pasar a la sangre periférica aunque en ocasiones no lo hacen. Ciertos aumentos malignos de glóbulos rojos se incluyen entre las leucemias.La leucemia es el cáncer más frecuente en la infancia.
Virchow fue el primero en describir el anormal exceso de glóbulos blancos en pacientes con el síndrome clínico descrito por Velpeau y Bennett. Virchow no estaba seguro de la causa que producía el exceso de glóbulos blancos, por lo que decidió utilizar el término puramente descriptivo de "leucemia" (del griego sangre blanca), para darle nombre a esta patología.
Los avances en la comprensión de la LMA progresaban con el desarrollo de las nuevas tecnologías. En 1877, Paul Ehrlich desarrolló una serie de técnicas de tinción de células sanguíneas que le permitieron describir en detalle y diferenciar los glóbulos blancos normales y anormales. Wilhelm Ebstein introdujo el término "leucemia aguda" en 1889 para diferenciar las leucemias progresivas de las leucemias crónicas. El término "mieloide" fue acuñado por Neumann en 1869, tras ser el primero en determinar que los glóbulos blancos provenían de la médula ósea y no del bazo. Fue Mosler quien, diez años más tarde (1879), describía por primera vez una técnica para examinar la médula ósea y diagnosticar la leucemia. Finalmente, en el año 1900, Naegli caracterizó los mieloblastos, que pertenecen a la estirpe celular afectada en la LMA, y dividió los tipos de leucemia en mieloides y linfoides, según la estirpe celular sanguínea que se viera afectada.
Aspectos médicos – científicos
Los signos y síntomas
Los daños en la médula ósea, a modo de desplazar a las células normales de la médula ósea con un mayor número de glóbulos blancos inmaduros, se traduce en una falta de plaquetas en la sangre, que son importantes en el proceso de coagulación sanguínea. Esto significa que las personas con leucemia pueden fácilmente desarrollar moretones, sangrado excesivo o hemorragias de tipo pinchazo.
Los glóbulos blancos, que están implicados en la lucha contra los patógenos, pueden ser suprimidos o disfuncionales. Esto podría causar que el sistema inmune del paciente sea incapaz de luchar contra una infección simple o se encuentre débil para poder atacar a las células de otro organismo. Debido a que la leucemia impide que el sistema inmunitario funcione con normalidad, algunos pacientes experimentan infecciones frecuentes, que van desde las amígdalas infectadas, llagas en la boca, diarrea, neumonía o infecciones oportunistas.
Por último, la deficiencia de glóbulos rojos produce anemia, que puede causar disnea y palidez.
Algunos pacientes experimentan otros síntomas. Estos síntomas pueden incluir náuseas, fiebre, escalofríos, sensación de fatiga, sudores nocturnos y otros síntomas parecidos a la gripe. Algunos pacientes experimentan náuseas o sensación de plenitud debido al agrandamiento del hígado y el bazo, lo que puede resultar en la pérdida de peso involuntaria. Si las células leucémicas invaden el sistema nervioso central, pueden ocurrir síntomas neurológicos (sobre todo dolores de cabeza).
Todos los síntomas asociados con la leucemia pueden ser atribuidos a otras enfermedades. En consecuencia, la leucemia es siempre diagnosticada mediante pruebas médicas.
La leucemia deriva de la alta cantidad de glóbulos blancos que la mayoría de los pacientes de leucemia tienen antes del tratamiento. El elevado número de células blancas en la sangre es evidente cuando se observa una muestra de sangre afectada bajo el microscopio. Con frecuencia, estas células blancas extra son inmaduras o disfuncionales. El excesivo número de células también puede interferir con el nivel de otras células, causando un desequilibrio perjudicial en la proporción de la sangre.
Algunos pacientes con leucemia no tienen una alta cantidad de glóbulos blancos visibles durante un recuento sanguíneo normal. Esta condición menos común se llama aleucemia. La médula ósea contiene las células cancerosas aún blancas de la sangre que perturban la producción normal de células sanguíneas. Sin embargo, las células leucémicas se alojan en la médula en lugar de entrar en el torrente sanguíneo, donde serían visibles en un análisis de sangre. Para un paciente aleucémico, el recuento de glóbulos blancos en la sangre puede ser normal o baja. La aleucemia puede ocurrir en cualquiera de los cuatro tipos principales de leucemia, y es particularmente común en la leucemia de células pilosas.
Causas
No hay una única causa conocida por todos los diferentes tipos de leucemia que existen. Las causas conocidas, y que no los factores dentro del control de la persona promedio, representan relativamente pocos casos. En leucemias distinta que puedan tener diferentes causas.
Leucemia, al igual que otros tipos de cáncer, es el resultado de mutaciones somáticas en el ADN. Ciertas mutaciones se producen mediante la activación de oncogenes leucemia o desactivar los genes supresores de tumores, y con ello alterar la regulación de la muerte celular, la diferenciación o división. Estas mutaciones pueden ocurrir espontáneamente o como resultado de la exposición a la radiación o sustancias cancerígenas, y es probable que la influencia de factores genéticos.
Entre los adultos, las causas conocidas son naturales y artificiales de radiación ionizante, algunos virus como el virus linfotrópico T humano, y el benceno algunos productos químicos, en particular los agentes alquilantes y quimioterapia para enfermedades anteriores. El consumo de tabaco Los estudios se asocian con un pequeño aumento en el riesgo de desarrollar leucemia mieloide aguda en adultos. De cohortes y de casos y controles han relacionado la exposición a algunos productos petroquímicos y tintes para el cabello con el desarrollo de algunas formas de leucemia. Unos pocos casos de transmisión materno-fetal han sido reportados. La dieta tiene muy poco o ningún efecto, a pesar de comer más verduras puede conferir un beneficio protector pequeños.
Los virus también han sido vinculados a algunas formas de leucemia. Los experimentos en ratones y otros mamíferos han demostrado la pertinencia de los retrovirus de la leucemia y retrovirus humanos también han sido identificados. El primer retrovirus humano identificado fue el virus linfotrópico T humano o HTLV-1, se sabe que causa la leucemia de células T.
Algunas personas tienen una predisposición genética hacia la leucemia en desarrollo. Esta predisposición se demuestra por las historias familiares y los estudios de gemelos. Las personas afectadas pueden tener un solo gen o genes múltiples en común. En algunos casos, las familias tienden a desarrollar el mismo tipo de leucemia que los demás miembros; en otras familias, las personas afectadas pueden desarrollar formas diferentes de leucemia o cánceres relacionados con la sangre.
Además de estas cuestiones genéticas, las personas con anomalías cromosómicas o ciertas enfermedades genéticas otras tienen un mayor riesgo de leucemia. Por ejemplo, las personas con síndrome de Down tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar formas de leucemia aguda y la anemia de fanconi es una factor de riesgo de desarrollar leucemia mieloide aguda.
Si la radiación no ionizante leucemia causas ha sido estudiado durante varias décadas. La Agencia Internacional de Investigaciones sobre el cáncer de expertos del grupo de trabajo realizó una revisión detallada de todos los datos estáticos y de frecuencias extremadamente bajas de energía electromagnética, que se produce de forma natural y en asociación con la generación, transmisión y uso de la energía eléctrica. Llegaron a la conclusión de que hay pruebas limitadas de que los altos niveles de los campos magnéticos ELF (pero que no sean eléctricos) campos podría causar leucemia infantil. La exposición a campos magnéticos de ELF significativa podría dar lugar a un doble riesgo excesivo para la leucemia de los niños expuestos a estos altos niveles de campos magnéticos. Sin embargo, el informe también dice que las deficiencias metodológicas y sesgos en estos estudios probablemente hayan hecho que el riesgo de ser exagerada. No hay evidencia de una relación con la leucemia u otro tipo de tumor maligno en los adultos se ha demostrado. Dado que la exposición a tales niveles de ELF es relativamente poco común, la Organización Mundial de la Salud concluye que la exposición de ELF, si fuera posterior demostrado ser causal, que sólo representan el 100 a 2400 casos en todo el mundo cada año, lo que representa 0,2 a 4,95% de la incidencia total para ese año.
Diagnostico
El diagnóstico se basa generalmente en repetidas conteos sanguíneos completos y un examen de médula ósea después de los síntomas observados. Una biopsia de nódulo linfático puede realizarse como también para diagnosticar ciertos tipos de leucemia en ciertas situaciones. Tras el diagnóstico, las pruebas de química sanguínea se pueden utilizar para determinar el grado de daño al hígado y los riñones o los efectos de la quimioterapia en el paciente. Cuando surgen las preocupaciones sobre los daños visibles debido a la leucemia, los médicos pueden usar rayos X, resonancia magnética o ultrasonido. Estos efectos potencialmente pueden ver la leucemia en partes del cuerpo como los huesos rayos x, el cerebro MRI, o los riñones, el bazo y el hígado (ultrasonidos). Por último, las tomografías computarizadas rara vez se utilizan para revisar los nódulos linfáticos en el pecho.
A pesar del uso de estos métodos para diagnosticar si un paciente tiene leucemia, muchas personas no han sido diagnosticados, debido al hecho de que muchos de los síntomas son vagos, inespecíficos, y puede referirse a otras enfermedades. Por este motivo, la American Cáncer Society predice que al menos una quinta parte de las personas con leucemia aún no han sido diagnosticadas.
Tipos de Leucemia
1. Leucemia Aguda: en este caso, se da un aumento muy rápido de las células sanguíneas inmaduras. Estas células no realizan las funciones sanguíneas necesarias, y ocupan un espacio que permitiría el desarrollo de las células maduras. Es muy importante que el tratamiento sea precoz ya que si no la progresión celular y la dispersión de las células malignas puede conducir a que la leucemia llegue a otros órganos corporales. Esta forma de leucemia es la más común en niños.
2. Leucemia Crónica: en esta afección, se producen demasiados glóbulos blancos maduros pero anormales. Progresa durante meses o años, por lo que no siempre se administra el tratamiento inmediatamente, sino que a veces se monitoriza la situación para ver cuál es el momento más efectivo para la terapia. Aunque pueden ocurrir en cualquier grupo de edad, la leucemia crónica ocurre más a menudo en personas mayores.
Características
La principal característica de las leucemias agudas es la presencia de un "cese madurativo" de las células de línea mieloide (LMA) o Linfoide (LLA) con blastosis en médula ósea (superior de 20% de celularidad no eritroide según la OMS). Dado que todavía queda hematopoyesis normal residual, puede verse en sangre periférica la existencia de un "hiato leucémico", es decir, presencia de formas inmaduras en sangre periférica y formas maduras pero con ausencia de elementos intermedios.
En las leucemias crónicas, la principal característica morfológica es la no existencia de dicho hiato leucémico, ya que no existe stop madurativo, permitiendo secretar a la sangre células maduras, y su curso clínico suele ser indolente.
Formas de presentación
Si bien algunas leucemias tienen carácter fulminante, otras pueden ser enfermedades indolentes, de presentación insidiosa. Ya que no existe ningún síntoma que por sí solo y de manera específica permita diagnosticar esta enfermedad, siempre debe descartarse la presencia de leucemia en presencia de manifestaciones clínicas sugerentes, tales como un hemograma alterado. El método más seguro para confirmar o descartar el diagnóstico es mediante la realización de un mielograma y, sólo en casos seleccionados, puede ser necesario realizar una biopsia de la médula ósea.
Algunas de sus manifestaciones clínicas más importantes son:
• Compromiso del estado general: decaimiento, falta de fuerzas, mareos, náuseas, inapetencia, disminución de peso importante.
• Fiebre que dura varios días sin una causa aparente, sudoración nocturna, escalofríos.
• Dolor o sensibilidad ósea, dolores articulares y de extremidades.
• Hemorragias frecuentes sin motivo aparente, por ejemplo, sangramiento anormal de las encías o de nariz.
• Petequias (Manchas pequeñas de color rojo por extravasación sanguínea) o Hematomas sin haber tenido algún golpe.
• Palidez de piel, interior de la cavidad oral o de los párpados.
• Aumento de tamaño de los ganglios linfáticos.
• Aparición de masas o crecimientos anormales de órganos abdominales como el bazo y el hígado, o aparición de masas que crecen en otras partes del cuerpo.
• Alteraciones de los exámenes sanguíneos (Hemograma, VIH, etc.).
• Irregularidad en los ciclos menstruales.
TRATAMIENTO
El tratamiento para la leucemia consiste en un tratamiento antileucémico específico, para eliminar las células cancerosas, y un tratamiento de soporte, para resolver problemas colaterales de la enfermedad y los efectos secundarios del tratamiento específico. Las características del paciente y de la enfermedad harán que tenga mayor o menor éxito este tratamiento.
Tratamiento de soporte
El tratamiento de soporte prepara el organismo del paciente para recibir la dosis de quimioterapia correspondiente y previene posibles complicaciones. Hay que comprobar también las funciones cardiorrespiratoria, renal, metabólica, hepática, etc.
Este tratamiento incluye medidas antiinfecciosas, soporte transfusional y medidas generales de nutrición y equilibrio hidrosalino.
Se establecerán, cuando sea necesario, medidas de aislamiento que eviten al paciente estar en contacto con personas u objetos que le puedan transmitir cualquier microorganismo y producirle una infección, pues su cuerpo no posee el suficiente número de leucocitos maduros. Estos pacientes recibirán también una dieta especial.
Se pueden utilizar antibióticos profilácticos o un tratamiento precoz de la infección con antibióticos de amplio espectro que cubran bacilos gramnegativos, cocos grampositivos y hongos, es decir, cualquier microorganismo que pueda producir o haber producido un foco de infección.
En ocasiones, será necesario realizar transfusiones para reponer aquellos componentes que dejan de ser producidos debido a la leucemia o por el efecto mielodepresor de la quimioterapia. Generalmente se suelen transfundir hematíes y plaquetas.
El nivel normal de plaquetas se encuentra entre 120.000 y 450.000 por ml. Con la transfusión, se intenta que el número esté por encima de 20.000. Aunque esta cifra se está rebajando a 10.000 si el paciente no tiene síntomas hemorrágicos o trastornos de la coagulación.
Lo que se utiliza también son los estimuladores de la producción de granulocitos con los que se pueden obtener grandes cantidades de granulocitos de cada donante y que son clínicamente eficaces.
La quimioterapia puede afectar a los riñones, el corazón y el sistema nervioso debido a las sustancias que se liberan en el torrente sanguíneo con la destrucción de las células leucémicas. Este daño se puede evitar si se administran líquidos adicionales y algunos medicamentos como el bicarbonato y el alopurinol, que ayudan al cuerpo a eliminar esas sustancias del torrente sanguíneo.
Otros órganos, junto con los anteriores, como los ojos, los ovarios, testículos e hígado pueden dañarse con la quimioterapia, por lo que hay que vigilarlos periódicamente y establecer medidas preventivas. Si aparece algún síntoma, hay que disminuir la dosis de quimioterapia que se le administra al paciente.
Tratamiento antineoplásico
Lo que se intenta conseguir es hacer desaparecer todas las células cancerosas y se debería lograr no deteriorar con el tratamiento la función de formación de células en la médula.
El mejor tratamiento para eliminar las células cancerosas es la quimioterapia pero ésta afecta a la médula y a la formación de sus células.
El tratamiento quimioterápico tiene varias fases: inducción a la remisión, intensificación y mantenimiento.
Con la inducción a la remisión se pretende eliminar los signos y síntomas específicos de la enfermedad junto con la desaparición de los blastos, o células leucémicas, de la sangre periférica y la recuperación de las cifras de las células normales en sangre periférica.En la médula ósea la cifra de blastos debe ser inferior al 5%.
Conseguida la remisión, queda destruir la totalidad o la mayor parte de la enfermedad residual, para que no vuelvan a crecer las células leucémicas y producir una recaída. Esto se intenta con la intensificación de la quimioterapia a dosis superiores a las empleadas en la inducción, o a megadosis si luego se va a realizar un trasplante de médula con células autólogas o alogénicas. Estas dosis elevadas de quimioterapia sólo se aplican en leucemias de alto riesgo.
Unas semanas o meses después del tratamiento intensivo, se da un tratamiento de consolidación o mantenimiento, para destruir cualquier célula residual y como medida preventiva para evitar la infiltración leucémica al SNC. Tras la intensificación recae un número considerable de pacientes, la mayoría el primer año y raramente a partir del quinto año. Por este motivo se administra la quimioterapia de mantenimiento.
Durante la administración del tratamiento, el paciente tendrá que estar hospitalizado, durante unos días o semanas, dependiendo de la rapidez con que se recupere la médula ósea. Antes de esto, puede que el paciente necesite algún tipo de tratamiento de soporte como transfusiones, antibióticos, etc.
El trasplante de médula ósea se realiza cuando se ha producido un daño en la médula ósea que le impida realizar las funciones que, antes de la quimioterapia, estaba realizando. Estas funciones consisten en la formación de las células sanguíneas, papel fundamental para la vida humana.
La quimioterapia se administra para destruir las células cancerosas pero, al mismo tiempo, puede dañar la médula ósea y otros órganos. Por esto generalmente no se suelen utilizar dosis muy elevadas.
Cuando la leucemia no desaparece a dosis moderadas de quimioterapia y se requiere, para la curación, administrar una dosis mucho mayor, junto con el empleo en ocasiones de radioterapia, será necesario realizar un trasplante de médula ósea porque ésta va a ser destruida por la quimioterapia.
A la administración de quimioterapia previa al trasplante, se le denomina acondicionamiento.
Con este trasplante se administra células madre que son productoras de las células que forman la sangre.Las células madre se pueden conseguir directamente de la médula ósea o de la sangre periférica.Si se extraen de la médula, habrá que realizar múltiples aspiraciones en los huesos de la cadera (crestas iliacas) bajo anestesia general.
En la médula ósea existe una célula madre por cada 2.000 células, para conseguir un número suficiente de células madre hay que extraer casi un litro de médula, por este motivo hay que realizar múltiples pinchazos y el paciente tiene que estar anestesiado.
Otro método consiste en emplear citoquinas, que son una especie de "hormonas de la médula ósea" que hacen que salgan las células madre a la sangre periférica y sean recogidas con unos separadores celulares mediante un procedimiento denominado aféresis o leucoféresis a través de una máquina similar a la de diálisis.
Una vez extraídas se colocan en una bolsa de transfusión para administrarla por vía intravenosa al paciente compatible, o bien se congela a -200¼ C, en el caso de trasplante autólogo.
Cuando la médula se introduce en el interior del torrente sanguíneo a través de un catéter central, estas células madre se dirigen hacia las cavidades de los huesos donde se implantan, maduran y se multiplican. Así el paciente puede producir de nuevo células sanguíneas sanas.
En ocasiones este procedimiento supone la única posibilidad de curación para algunos pacientes con leucemia u otras enfermedades como aplasia medular, mieloma múltiple, linfoma maligno, talasemia mayor, etc. ...
Existen dos tipos de trasplante de células madre, el alogénico y el autológico.
Cuando las células que se trasplantan, sean de médula ósea o de sangre periférica, son de un donante, familiar o no, cuyo tipo tisular es casi idéntico al del paciente, se habla de trasplante alogénico.
El trasplante autólogo consiste en obtener médula ósea del propio paciente, mientras la enfermedad está en remisión para mantenerla congelada y realizar el trasplante después de aplicarle al paciente una dosis alta de quimioterapia. Este tipo se realiza cuando no existe un posible donante o se considera que el riesgo es muy elevado con el trasplante alogénico, por el posible rechazo que pueda sufrir el paciente.
Si no tiene un hermano gemelo, las posibilidades de conseguir un donante compatible no son superiores al 35%.
El trasplante autólogo tiene menos riesgos que el alogénico al no existir el rechazo. Sin embargo, hay mayor índice de recidivas porque es posible que, al extraer la médula del propio paciente, quede alguna cancerosa que produzca después del trasplante que la enfermedad reaparezca.
Una vez que se ha realizado el trasplante, la médula tarda en reconstituirse unas 3-4 semanas. Durante este período, denominado aplasia, el paciente no posee el número de células sanguíneas suficiente como para mantenerse con vida. Por ello tiene un riesgo elevado de sufrir infecciones o hemorragias, por lo que debe permanecer en el hospital para realizarle transfusiones o administrarle antibióticos.
TRATAMIENTOS ESPECÍFICOS
Leucemia aguda linfoide
Se suelen utilizar para la inducción a la remisión, durante cuatro semanas, glucocorticoides asociados a antraciclina, vincristina y asparaginasa. En jóvenes y niños, la remisión se consigue en el 90% y, en adultos y ancianos, del 40% al 70%.
Tras la inducción se administran bloques de quimioterapia intensiva (altas dosis de methotrexate, cytarabina, ciclofosfamina y mercaptopurina), utilizando casi todo los fármacos con actividad contra esta enfermedad, que dura entre tres o cuatro meses.
En pacientes jóvenes y con edad no muy avanzada, con datos de mal pronóstico, esta fase puede ser sustituida por megadosis de quimioterapia seguida de un trasplante de células madre (formadoras de sangre), es decir, un trasplante de médula ósea, autólogo o alogénico.
Una variante de la leucemia aguda linfoide, , que años antes tenía mal pronóstico, puede tratarse de forma más intensiva y menos prolongada, 18 semanas de duración, sin tratamiento de mantenimiento, y empleando casi todos los fármacos con actividad anti-LAL.
En este tipo de leucemia, tiene una alta incidencia de recaída en el sistema nervioso central. Para evitar esto, se precisa realizar un tratamiento de quimioterapia intratecal, que es inyectado en el fluido de la médula espinal, que es administrado cada pocos días durante la inducción, consolidación y mantenimiento, hasta un total, de 10 a 15 inyecciones.
La eficacia de estos tratamientos es muy alta en niños, la curación se estima en torno al 70% de los casos. En niños con mal pronóstico o en adultos, la eficacia es menor, estando entre el 50% y el 70% los que alcanzan la remisión.
Leucemia aguda mieloide
El tratamiento de esta leucemia intenta conseguir la remisión precoz, pero este tipo de leucemia responde a menos fármacos y además el tratamiento suele empeorar el estado del paciente antes de empezar a proporcionarle alguna mejoría.
El empeoramiento ocurre porque los fármacos suprimen la actividad de la médula ósea y, debido a esto, disminuye el número de glóbulos blancos (principalmente los granulocitos), lo que aumenta las posibilidades de infección.
Durante esta fase, se requerirá de un aislamiento en la habitación del paciente, evitando el contacto con personas o materiales que se encuentren fuera de ella. También pueden ser necesarias algunas transfusiones de hematíes o de plaquetas.
En algunos casos, tras la remisión, se realiza la consolidación con los mismos fármacos empleados en la inducción y seguidamente se hace la intensificación.
La intensificación puede ser de tres tipos: con quimioterapia a dosis alta sin trasplante, con quimioterapia a megadosis con trasplante autólogo de médula ósea, o con quimioterapia a megadosis con trasplante alogénico de médula ósea.
El trasplante alogénico se suele indicar, en primer lugar, a jóvenes y niños que dispongan de donante y las otras dos modalidades se aplican al resto de los pacientes.
En los últimos años, se ha generalizado el autotrasplante de células madre periféricas, pues parece que produce menos toxicidad y mayor eficacia.
La curación oscila entre el 20% y el 60% de los pacientes que reciben intensificación.
La eficacia de la prevención para la recaída en el sistema nervioso central en la leucemia aguda mieloide, no está comprobada, por lo que no se aconseja de forma generalizada. Algunas veces se realiza en pacientes jóvenes o niños.
Tratamiento en el anciano
El tratamiento en los ancianos es especial pues toleran mal la quimioterapia a dosis altas y en ellos los tratamientos, habituales para otras personas, pueden acortarles la vida. Además, su leucemia suele ser más resistente a los medicamentos.
En pacientes muy ancianos con leucemia aguda linfoide, en el tratamiento para la inducción, puede suprimirse la antraciclina.
Pocos toleran los bloques de intensificación, aunque el mantenimiento no suele dar problemas.
En la leucemia aguda mieloide, excepto para la M3, la única manera de conseguir la remisión es utilizando la dosis habitual de quimioterapia, con el riesgo que conlleva al deprimir la médula.
La intensificación con altas dosis no se puede realizar en pacientes mayores de 65 años, sólo podrán administrarse dosis intermedias.
Puede utilizarse el trasplante autólogo de células madre de sangre periférica.
Se están realizando trasplantes con acondicionamientos convencionales en pacientes con 65 y 70 años de edad.
Tratamiento en pacientes con recaída
La recaída en la leucemia aguda tiene mal pronóstico. Es menos malo cuanto más joven sea el paciente y más tiempo haya tenido de remisión.La inducción a la remisión requerirá de unas dosis más altas de quimioterapia, aunque esto no indica que haya mayor número de remisiones.
Cuando se consigue la remisión, el trasplante alogénico, si hay donante y la edad del paciente lo permite, es el mejor tratamiento tanto para la leucemia linfoide como para la mieloide.
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